7
Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
8
En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche.
9
Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor.
10
Mas el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;
11
porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
12
Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
13
Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo:
14
Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace .
15
Y aconteció que cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber.
16
Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17
Y cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este niño.
18
Y todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores.
19
Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón.
20
Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.
21
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, el nombre dado por el ángel antes de que El fuera concebido en el seno materno.
22
Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
23
(como está escrito en la Ley del Señor: TODO VARON QUE ABRA LA MATRIZ SERA LLAMADO SANTO PARA EL SEÑOR),
24
y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la Ley del Señor: UN PAR DE TORTOLAS O DOS PICHONES.
25
Y había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
26
Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor.
27
Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por El el rito de la ley,