29
Ahora despides, Señor, a tu siervo, Conforme a tu palabra, en paz;
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porque han visto mis ojos tu Salud,
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la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos;
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lumbre para ser revelada a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.
33
Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él.
34
Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal a la que será contradicho;
35
(y una espada traspasará tu misma alma), para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
36
Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
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y era viuda hacía ochenta y cuatro años, que no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
38
Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
39
Y cuando cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.