17
Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades
18
Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas
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Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades
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Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo
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porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste
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Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que quito lo que no puse, y que siego lo que no sembré
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¿por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo recibiera con el logro
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Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas
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Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas
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Pues yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado
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Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí
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Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén
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Y aconteció, que llegando cerca de Betfagé, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos
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diciendo: Id a la aldea de enfrente; en la cual cuando entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo
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Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita
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Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo
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Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino
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Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita
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Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, subieron a Jesús encima
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Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino
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Y cuando llegaron ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto
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diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en lo altísimo
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Entonces algunos de los fariseos de la multitud, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos
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Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían
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Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella
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diciendo: ¡Oh si también tú conocieras, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos
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Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho
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y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación
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Y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él
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Diciéndoles: Escrito está: Mi Casa, Casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones
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Y enseñaba cada día en el Templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle
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Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole