10
Dos hombres subieron al Templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano.
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El fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
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ayuno lo de dos comidas cada sábado, doy diezmos de todo lo que poseo.
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Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
14
Os digo que éste descendió a su casa más justificado que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
15
Y traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos les reñían.
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Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no lo impidáis; porque de los tales es el Reino de Dios.
17
De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
18
Y le preguntó un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
19
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios.
20
Los mandamientos sabes: No matarás; no adulterarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
21
Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
22
Y Jesús, oído esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
23
Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
24
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
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Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios.
26
Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
27
Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
28
Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
29
Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el Reino de Dios,
30
que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.