1
Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
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diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
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Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Defiéndeme de mi adversario.
4
Pero él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
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todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.
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Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
7
¿Y Dios no defenderá a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea longánimo acerca de ellos?
8
Os digo que los defenderá presto. Pero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?