23
Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos banquete;
24
porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a hacer banquete.
25
Y su hijo mayor estaba en el campo; el cual cuando vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas;
26
y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27
Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha matado el becerro grueso, por haberle recibido salvo.
28
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase .
29
Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para hacer banquete con mis amigos;
30
Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu sustento con rameras, has matado para él el becerro grueso.
31
El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32
mas era necesario hacer banquete y regocijarnos, porque éste tu hermano estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.