7
Y observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola a los convidados, diciéndoles:
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Cuando fueres llamado de alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más honrado que tú esté por él convidado,
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y viniendo el que te llamó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a tener el lugar último.
10
Mas cuando fueres llamado, ve, y siéntate en el postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, ven arriba; entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se sientan a la mesa.
11
Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
12
Y dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; para que ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha compensación.
13
Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos;
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y serás bienaventurado; porque no te pueden pagar; mas te será pagado en la resurrección de los justos.
15
Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el Reino de los cielos.
16
El entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y llamó a muchos.
17
Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los llamados: Venid, que ya está todo aparejado.
18
Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado.
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Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me des por excusado.
20
Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
21
Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de la familia, dijo a su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.
22
Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aún hay lugar.
23
Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
24
Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi Cena.
25
Y muchas personas iban con él; y volviéndose les dijo:
26
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo.
27
Y cualquiera que no carga su madero, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.