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diciendo: Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar.
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¿O cuál rey, teniendo que ir a hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil?
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De otra manera, cuando aún el otro está lejos, le ruega por la paz, enviándole embajada.
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Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.
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Buena es la sal; mas si la sal fuere desvanecida, ¿con qué se adobará?
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Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; fuera la arrojan. Quien tiene oídos para oír, oiga.