3
No, os digo; antes si no os enmen-dares, todos pereceréis igualmente
4
O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén
5
No, os digo; antes si no os enmen-dares, todos pereceréis asimismo
6
Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló
7
Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra
8
El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y la abone
9
Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después
10
Y enseñaba en una sinagoga en sábado
11
Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enderezar
12
Cuando Jesús la vio, la llamó, y le dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad
13
Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba a Dios
14
Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera curado en sábado, dijo a la congregación: Seis días hay en que conviene obrar; en éstos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado
15
Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a beber
16
Y a esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no conviene desatarla de esta ligadura en día de sábado
17
Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; mas todo el pueblo se gozaba de todas las cosas gloriosas que eran por él hechas
18
Y dijo: ¿A qué es semejante el Reino de Dios, y a qué le compararé
19
Semejante es a un grano de mostaza, que tomándolo el hombre lo metió en su huerto; y creció, y fue hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas
20
Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el Reino de Dios
21
Semejante es a la levadura, que tomándola la mujer, y la esconde en tres medidas de harina, hasta que todo sea leudado
22
Y pasaba por las ciudades y aldeas, enseñando, y caminando a Jerusalén
23
Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo
24
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán
25
Después que el padre de familia se levantare, y cerrare la puerta, y comenzaréis a estar fuera, y a tocar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; y respondiendo os dirá: No os conozco de dónde seáis
26
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste
27
y os dirá: Os digo que no os conozco de dónde seáis; apartaos de mí todos los obreros de iniquidad
28
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros ser echados fuera
29
Y vendrán otros del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios
30
Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y hay primeros que serán postreros
31
Aquel mismo día llegaron unos de los fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar
32
Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy perfeccionado
33
Pero es necesario que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalén