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La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad.
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Mira, pues, que la luz que en ti hay no sea oscuridad.
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Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, sin tener parte alguna en tinieblas, estará totalmente iluminado como cuando la lámpara te alumbra con sus rayos.
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Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó<***> que comiera con él; y Jesús entró y se sentó a la mesa.
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Cuando el fariseo vio esto, se sorprendió de que Jesús no se hubiera lavado primero antes de comer, según el ritual judío.
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Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; pero por dentro estáis llenos de robo y de maldad.
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Necios, el que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de adentro?
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Dad más bien lo que está dentro como obra de caridad, y entonces todo os será limpio.
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Mas ¡ay de vosotros, fariseos!, porque pagáis el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasáis por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debíais haber practicado sin descuidar lo otro.
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¡Ay de vosotros, fariseos!, porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas.
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¡Ay de vosotros!, porque sois como sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo.
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Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo<***>: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros nos insultas.
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Y El dijo: ¡Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos.
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¡Ay de vosotros!, porque edificáis los sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres quienes los mataron.
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De modo que sois testigos, y aprobáis las acciones de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros.
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Por eso la sabiduría de Dios también dijo: "Les enviaré profetas y apóstoles, y de ellos, matarán a algunos y perseguirán a otros,
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para que la sangre de todos los profetas, derramada desde la fundación del mundo, se le cargue a esta generación,
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desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y la casa de Dios; sí, os digo que le será cargada a esta generación."
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¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que estaban entrando se lo impedisteis.
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Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, y a interrogarle minuciosamente sobre muchas cosas,
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tramando contra El para atraparle en algo que dijera.