20
Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros.
21
Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros.
22
Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín.
23
El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.
24
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí."
25
Y cuando llega, la encuentra barrida y arreglada.
26
Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero.
27
Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!
28
Pero El dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.
29
Como la multitud se aglomeraba, comenzó a decir: Esta generación es una generación perversa; busca señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás.
30
Porque de la misma manera que Jonás vino a ser una señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación.