18
Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del cielo
19
He aquí os doy potestad de hollar sobre serpientes y sobre escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará
20
Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos
21
En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Te confieso, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños; así, Padre, porque así te agradó
22
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar
23
Y vuelto particularmente a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis
24
porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron
25
Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna
26
Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees
27
Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo
28
Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás
29
Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo
30
Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó entre ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto
31
Y aconteció, que descendió un sacerdote por el mismo camino, y viéndole, pasó de lado
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Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de lado
33
Y un samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia
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y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó a un mesón, y lo curó
35
Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al huésped, y le dijo: Cúralo; y todo lo que gastares de más, cuando yo vuelva te lo pagaré
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¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó entre ladrones
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Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo
38
Y aconteció que yendo, entró él en una aldea; y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa
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Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra
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Pero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude
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Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada
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pero sólo una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada