13
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las virtudes que se han hecho en vosotras, hace ya días que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.
14
Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio.
15
Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.
16
El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió.
17
Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
18
Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del cielo.
19
He aquí os doy potestad de hollar sobre serpientes y sobre escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
20
Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
21
En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Te confieso, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños; así, Padre, porque así te agradó.
22
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.
23
Y vuelto particularmente a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis;