8
Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez
9
conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el Templo del Señor
10
Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso
11
Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso
12
Y se turbó Zacarías viéndolo, y cayó temor sobre él
13
Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te engendrará un hijo, y llamarás su nombre Juan
14
Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento
15
Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre
16
Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos
17
Porque él irá delante de él con el Espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo preparado
18
Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días
19
Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte este evangelio
20
Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creiste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo
21
Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se maravillaban de que él se detuviera en el Templo
22
Y saliendo, no les podía hablar; y entendieron que había visto visión en el Templo; y él les hablaba por señas, y quedó mudo
23
Y fue, que cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa
24
Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por cinco meses, diciendo
25
Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres
26
Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret
27
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la Casa de David; y el nombre de la virgen era María
28
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Gozo hallas, amada! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres
29
Mas ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta
30
Entonces el ángel le dice: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios
31
Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús
32
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor Dios el trono de David su padre
33
y reinará en la Casa de Jacob por siempre; y de su Reino no habrá fin
34
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no conozco varón
35
Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por lo cual también lo Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios
36
Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella que era llamada la estéril
37
porque ninguna cosa es imposible para Dios
38
Entonces María dijo: He aquí la criada del Señor; cúmplase en mí conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia
39
En aquellos días levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá
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y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet
41
Y aconteció, que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo
42
y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre
43
¿Y de dónde esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí
44
Porque he aquí, cuando llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre
45
Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor
46
Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor
47
Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salud
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porque miró a la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones
49
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; y santo es su Nombre
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Y su misericordia de generación a generación a los que le temen
51
Hizo valentía con su brazo; esparció los soberbios del pensamiento de su corazón
52
Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes
53
A los hambrientos colmó de bienes; y a los ricos envió vacíos
54
Recibió a Israel su criado, acordándose de la misericordia
55
Como habló a nuestros padres, a Abraham y a su simiente para siempre
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Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa
57
Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo
58
Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella
59
Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías
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Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado
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Y le dijeron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que se llame con este nombre
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Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar
63
Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron
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Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo a Dios
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Y hubo temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas
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Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él
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Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo
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Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo
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y nos alzó el cuerno de salud en la Casa de David su siervo
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como habló por boca de los santos que fueron desde el principio, sus profetas
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Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron
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para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo testamento
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del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de dar
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que sin temor librados de nuestros enemigos, le serviríamo
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en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida
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Y tú, niño: profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos
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dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados
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por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el amanecer