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salvación DE NUESTROS ENEMIGOS y DE LA MANO DE TODOS LOS QUE NOS ABORRECEN;
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para mostrar misericordia a nuestros padres, y para recordar su santo pacto,
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el juramento que hizo a nuestro padre Abraham:
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concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor
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en santidad y justicia delante de El, todos nuestros días.
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Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás DELANTE DEL SEÑOR PARA PREPARAR SUS CAMINOS;
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para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de sus pecados,
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por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que la Aurora nos visitará desde lo alto,
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PARA DAR LUZ A LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE, para guiar nuestros pies en el camino de paz.
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Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que apareció en público a Israel.