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Como habló a nuestros padres, a Abraham y a su simiente para siempre
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Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa
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Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo
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Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella
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Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías
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Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado
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Y le dijeron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que se llame con este nombre
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Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar
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Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron
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Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo a Dios
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Y hubo temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas
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Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él
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Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo
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Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo
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y nos alzó el cuerno de salud en la Casa de David su siervo
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como habló por boca de los santos que fueron desde el principio, sus profetas
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Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron
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para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo testamento
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del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de dar
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que sin temor librados de nuestros enemigos, le serviríamo
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en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida