53
A los hambrientos hinchió de bienes; Y á los ricos envió vacíos.
54
Recibió á Israel su siervo, Acordandose de la misericordia.
55
Como habló á nuestros padres A Abraham y á su simiente para siempre.
56
Y se quedó María con ella como tres meses: después se volvió á su casa.
57
Y á Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo.
58
Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella.
59
Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban del nombre de su padre, Zacarías.
60
Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado.
61
Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame de este nombre.
62
Y hablaron por señas á su padre, cómo le quería llamar.
63
Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
64
Y luego fué abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo á Dios.
65
Y fué un temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas.
66
Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
67
Y Zacarías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
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Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y hecho redención á su pueblo,
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Y nos alzó un cuerno de salvación En la casa de David su siervo,
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Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio:
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Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron;
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Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordándose de su santo pacto;
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Del juramento que juró á Abraham nuestro padre, Que nos había de dar,
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Que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos
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En santidad y en justicia delante de él, todos los días nuestros.
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Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos;
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Dando conocimiento de salud á su pueblo, Para remisión de sus pecados,
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Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó de lo alto el Oriente,
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Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
80
Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu: y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró á Israel.