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Además, cualquiera que entre a la casa durante el tiempo que él la cerró, quedará inmundo hasta el atardecer.
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También, el que duerma en la casa lavará sus ropas, y el que coma en la casa lavará sus ropas.
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Pero si el sacerdote entra y la examina, y la marca no se ha extendido en la casa después de que la casa fue recubierta, el sacerdote declarará la casa limpia, porque la marca no ha vuelto a aparecer.
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Entonces, para purificar la casa, tomará dos avecillas, madera de cedro, un cordón escarlata e hisopo,
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y degollará una de las avecillas en una vasija de barro sobre agua corriente.
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Después tomará la madera de cedro, el hisopo y el cordón escarlata, juntamente con la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en el agua corriente, y rociará la casa siete veces.
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Así purificará la casa con la sangre de la avecilla y con el agua corriente, juntamente con la avecilla viva, con la madera de cedro, con el hisopo y con el cordón escarlata.
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Sin embargo, a la avecilla viva la dejará ir en libertad, fuera de la ciudad, hacia el campo abierto. Así hará expiación por la casa, y quedará purificada.
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Esta es la ley acerca de toda infección de lepra, o de tiña;
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y para la ropa o la casa con lepra,
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para una hinchazón, una erupción o una mancha blanca lustrosa,
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para enseñar cuándo son inmundas y cuándo son limpias. Esta es la ley sobre la lepra.