8
El SEÑOR habló a Aarón, diciendo:
9
No beberéis vino ni licor, tú ni tus hijos contigo, cuando entréis en la tienda de reunión, para que no muráis (es estatuto perpetuo por todas vuestras generaciones),
10
y para que hagáis distinción entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio,
11
y para que enseñéis a los hijos de Israel todos los estatutos que el SEÑOR les ha dicho por medio de Moisés.
12
Y Moisés dijo a Aarón y a los hijos que le quedaban, Eleazar e Itamar: Tomad la ofrenda de cereal que queda de las ofrendas encendidas para el SEÑOR, y comedla sin levadura junto al altar, porque es santísima.
13
La comeréis, pues, en lugar santo, porque es la porción tuya y la porción de tus hijos de las ofrendas encendidas al SEÑOR; porque así se me ha ordenado.
14
Sin embargo, el pecho de la ofrenda mecida y la pierna de la ofrenda podéis comer en un lugar limpio, tú, y tus hijos y tus hijas contigo; porque han sido dadas como la porción tuya y la de tus hijos de los sacrificios de las ofrendas de paz de los hijos de Israel.
15
La pierna que fue ofrecida levantándola, y el pecho que fue ofrecido meciéndolo, los traerán junto con las ofrendas encendidas de los pedazos de sebo, para presentarlos como ofrenda mecida delante del SEÑOR; así será para siempre la porción tuya y la de tus hijos contigo, tal como el SEÑOR ha ordenado.
16
Y Moisés preguntó con diligencia por el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, y he aquí que había sido quemado. Y se enojó con Eleazar e Itamar, los hijos que le habían quedado a Aarón, diciendo:
17
¿Por qué no comisteis la ofrenda por el pecado en el lugar santo? Porque es santísima y os ha sido dada para quitar la culpa de la congregación, para hacer expiación por ellos delante del SEÑOR.
18
He aquí, puesto que la sangre no había sido traída dentro, al santuario, ciertamente debíais haber comido la ofrenda en el santuario, tal como yo ordené.