30
que dé la mejilla al que lo hiere; que se sacie de oprobios.
31
Porque no rechaza para siempre el Señor,
32
antes bien, si aflige, también se compadecerá según su gran misericordia.
33
Porque El no castiga por gusto, ni aflige a los hijos de los hombres.
34
Aplastar bajo los pies a todos los prisioneros de un país,
35
privar del derecho a un hombre en presencia del Altísimo,
36
defraudar a un hombre en su litigio: estas cosas no aprueba el Señor.
37
¿Quién es aquel que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado?
38
¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?
39
¿Por qué ha de quejarse el ser viviente? ¡Sea valiente frente a sus pecados!
40
Examinemos nuestros caminos y escudriñémoslos, y volvamos al SEÑOR;