11
Torció mis caminos, y depedazóme; tornóme asolado.
12
Su arco entesó, y púsome como blanco a la saeta.
13
Hizo entrar en mis riñones las saetas de su aljaba.
14
Fuí escarnio á todo mi pueblo, canción de ellos todos los días.
15
Hartóme de amarguras, embriagóme de ajenjos.
16
Quebróme los dientes con cascajo, cubrióme de ceniza.
17
Y mi alma se alejó de la paz, olvidéme del bien.
18
Y dije: Pereció mi fortaleza, y mi esperanza de Jehová.
19
Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel.
20
Tendrálo aún en memoria mi alma, porque en mí está humillada.
21
Esto reduciré á mi corazón, por lo cual esperaré.
22
Es por la misericordia de Jehová que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
23
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
24
Mi parte es Jehová, dijo mi alma; por tanto en él esperaré.
25
Bueno es Jehová á los que en él esperan, al alma que le buscare.
26
Bueno es esperar callando en la salud de Jehová.
27
Bueno es al hombre, si llevare el yugo desde su mocedad.
28
Sentaráse solo, y callará, porque lo llevó sobre sí.
29
Pondrá su boca en el polvo, por si quizá hay esperanza.
30
Dará la mejilla al que le hiriere; hartaráse de afrenta.
31
Porque el Señor no desechará para siempre: