33
Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos y se pusieron en orden de batalla en Baal-tamar; y los emboscados de Israel salieron de sus puestos, de Maareh-geba.
34
Cuando diez mil hombres escogidos de todo Israel fueron contra Guibeá, la batalla se hizo reñida; pero Benjamín no sabía que el desastre se le acercaba.
35
Y el SEÑOR hirió a Benjamín delante de Israel, de modo que los hijos de Israel destruyeron ese día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los que sacaban espada.
36
Y los hijos de Benjamín vieron que estaban derrotados. Cuando los hombres de Israel cedieron terreno a Benjamín porque confiaban en las emboscadas que habían puesto contra Guibeá,
37
los emboscados se apresuraron y se lanzaron contra Guibeá, y se desplegaron e hirieron toda la ciudad a filo de espada.
38
Y fue la señal convenida entre los hombres de Israel y los emboscados, que ellos harían que se levantara una gran nube de humo de la ciudad.
39
Entonces los hombres de Israel regresaron a la batalla, y Benjamín empezó a herir y matar a unos treinta hombres de Israel, porque dijeron: Ciertamente están derrotados delante de nosotros como en la primera batalla.
40
Pero cuando la nube de humo como columna empezó a levantarse de la ciudad, Benjamín miró tras sí; y he aquí, de toda la ciudad subía humo al cielo.
41
Entonces los hombres de Israel se volvieron, y los hombres de Benjamín se aterrorizaron porque vieron que el desastre se les acercaba.
42
Por tanto, volvieron la espalda ante los hombres de Israel en dirección al desierto, pero la batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de ellos.
43
Cercaron a Benjamín, lo persiguieron sin tregua y lo aplastaron frente a Guibeá, hacia el oriente.