7
como Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que ellos habían fornicado, y habían seguido desenfrenadamente la carne extraña, fueron puestas por ejemplo, habiendo recibido el juicio del fuego eterno
8
De la misma manera también estos engañados soñadores ensucian su carne, y menosprecian la Potestad, y vituperan las potestades superiores
9
Pues cuando el Arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a usar de juicio de maldición contra él, antes le dijo: El Señor te reprenda
10
Pero éstos maldicen las cosas que no conocen; y las cosas que por naturaleza conocen, se corrompen en ellas como animales sin razón
11
¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y han venido a parar en el error del premio de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré
12
Estos son manchas en vuestros convites de caridad, que banquetean juntamente, apacentándose a sí mismos sin temor alguno; nubes sin agua, las cuales son llevadas de acá para allá de los vientos; árboles marchitos como en otoño, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados
13
fieras ondas del mar, que espuman sus mismas abominaciones; estrellas erráticas, a las cuales es reservada eternalmente la oscuridad de las tinieblas
14
De los cuales también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, el Señor es venido con sus santos millares
15
a hacer juicio sobre todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos de todas sus malas obras que han hecho infielmente, y de todas las palabras duras que los pecadores infieles han hablado contra él
16
Estos son murmuradores, quere-llosos, andando según sus deseos; y su boca habla cosas soberbias, teniendo en admiración las personas por causa del provecho
17
Mas vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los apóstoles de nuestro Señor, Jesucristo
18
como os decían: Que en el postrer tiempo habría burladores, que andarían según sus malvados deseos
19
Estos son los que hacen divisiones, son como animales, no teniendo el Espíritu
20
Mas vosotros, oh amados, edificaos a vosotros mismos sobre vuestra santísima fe, orando por el Espíritu Santo
21
Conservaos a vosotros mismos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor, Jesucristo, para vida eterna
22
Y recibid a los unos con misericordia, discerniendo
23
Mas haced salvos a los otros con temor, arrebatándolos del fuego; mas con esto aborreciendo aun hasta la ropa que está contaminada de tocamiento de carne
24
A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría
25
al Dios único sabio, nuestro Salvador, sea gloria y magnificencia, imperio y potencia, ahora y en todos los siglos. Amén