34
Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
35
Entonces los Judíos dijeron entre sí: ¿A dónde se ha de ir éste que no le hallemos? ¿Se ha de ir á los esparcidos entre los Griegos, y á enseñar á los Griegos?
36
¿Qué dicho es éste que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
37
Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba.
38
El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.
39
(Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él: pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado.)
40
Entonces algunos de la multitud, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
41
Otros decían: Este es el Cristo. Algunos empero decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
42
¿No dice la Escritura, que de la simiente de David, y de la aldea de Bethlehem, de donde era David, vendrá el Cristo?
43
Así que había disensión entre la gente acerca de él.
44
Y algunos de ellos querían prenderle; mas ninguno echó sobre él manos.
45
Y los ministriles vinieron á los principales sacerdotes y á los Fariseos; y ellos les dijeron: ¿Por qué no le trajisteis?
46
Los ministriles respondieron: Nunca ha hablado hombre así como este hombre.
47
Entonces los Fariseos les respondieron: ¿Estáis también vosotros engañados?
48
¿Ha creído en él alguno de los príncipes, ó de los Fariseos?
49
Mas estos comunales que no saben la ley, malditos son.
50
Díceles Nicodemo (el que vino á él de noche, el cual era uno de ellos):
51
¿Juzga nuestra ley á hombre, si primero no oyere de él, y entendiere lo que ha hecho?
52
Respondieron y dijéronle: ¿Eres tú también Galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se levantó profeta.
53
Y fuése cada uno á su casa.