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Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo.
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Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo<***> a Jesús:
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Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?
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Jesús dijo: Haced que la gente se recueste. Y había mucha hierba en aquel lugar. Así que los hombres se recostaron, en número de unos cinco mil.
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Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados; y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían.
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Cuando se saciaron, dijo<***> a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobran, para que no se pierda nada.
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Los recogieron, pues, y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
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La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.
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Por lo que Jesús, dándose cuenta de que iban a venir y llevárselo por la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez al monte El solo.
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Al atardecer, sus discípulos descendieron al mar,
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y subiendo en una barca, se dirigían al otro lado del mar, hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos;
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y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento.
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Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios , vieron<***> a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca; y se asustaron.
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Pero El les dijo<***>: Soy yo; no temáis.
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Entonces ellos querían recibirle en la barca, e inmediatamente la barca llegó a la tierra adonde iban.
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Al día siguiente, la multitud que había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos.
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Vinieron otras barcas de Tiberias cerca del lugar donde habían comido el pan después de que el Señor había dado gracias.
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Por tanto, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús.
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Cuando le hallaron al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
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Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
27
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.
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Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
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Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que El ha enviado.
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Le dijeron entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces?
31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "LES DIO A COMER PAN DEL CIELO."
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Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
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Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo.
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Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.
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Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis.
37
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera.
38
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39
Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que El me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final.
40
Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.
41
Por eso los judíos murmuraban de El, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
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Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: "Yo he descendido del cielo"?
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Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
44
Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.
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Escrito está en los profetas: "Y TODOS SERAN ENSEÑADOS POR DIOS." Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a mí.
46
No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, éste ha visto al Padre.
47
En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48
Yo soy el pan de la vida.
49
Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
50
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera.
51
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne.
52
Los judíos entonces contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
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Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
55
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él.
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Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.