30
Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?
31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dió á comer.
32
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dió Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
34
Y dijéronle: Señor, danos siempre este pan.
35
Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
36
Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
37
Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene, no le hecho fuera.
38
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la voluntad del que me envió.
39
Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero.
40
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.
41
Murmuraban entonces de él los Judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendí del cielo.
42
Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
43
Y Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros.
44
Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
45
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí.
46
No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre.
47
De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
48
Yo soy el pan de vida.
49
Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.
50
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera.
51
Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52
Entonces los Judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne á comer?
53
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.
54
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.
55
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
57
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58
Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente.
59
Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
60
Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir?
61
Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza?
62
¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?
63
El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.
64
Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
65
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir á mí, si no le fuere dado del Padre.
66
Desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
67
Dijo entonces Jesús á los doce: ¿Queréis vosotros iros también?
68
Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.
69
Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.
70
Jesús le respondió: ¿No he escogido yo á vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?