17
Pero El les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo.
18
Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
19
Por eso Jesús, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.
20
Pues el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que El mismo hace; y obras mayores que éstas le mostrará, para que os admiréis.
21
Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que El quiere.
22
Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo,
23
para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
24
En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.
25
En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán.
26
Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo;
27
y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre.
28
No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz,
29
y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.
30
Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
31
Si yo solo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
32
Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
33
Vosotros habéis enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
34
Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre; mas digo esto para que vosotros seáis salvos.
35
El era la lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
36
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.
37
Y el Padre que me envió, ése ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás su voz ni habéis visto su apariencia.
38
Y su palabra no la tenéis morando en vosotros, porque no creéis en aquel que El envió.
39
Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
40
y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
41
No recibo gloria de los hombres;
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pero os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros.
43
Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis.
44
¿Cómo podéis creer, cuando recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
45
No penséis que yo os acusaré delante del Padre; el que os acusa es Moisés, en quien vosotros habéis puesto vuestra esperanza.
46
Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.
47
Pero si no creéis sus escritos, ¿cómo creeréis mis palabras?