29
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Cristo?
30
Y salieron de la ciudad e iban a El.
31
Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
32
Pero El les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis.
33
Los discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer?
34
Jesús les dijo<***>: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.
35
¿No decís vosotros: "Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega"? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega.
36
Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega.
37
Porque en este caso el dicho es verdadero: "Uno es el que siembra y otro el que siega."
38
Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.
39
Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: El me dijo todo lo que yo he hecho.
40
De modo que cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días.
41
Y muchos más creyeron por su palabra,
42
y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo.
43
Después de los dos días, salió de allí para Galilea.
44
Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra.
45
Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46
Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm.
47
Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte.
48
Jesús entonces le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis.
49
El oficial del rey le dijo<***>: Señor, baja antes de que mi hijo muera.
50
Jesús le dijo<***>: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue.
51
Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía.
52
Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre.
53
El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa.
54
Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galilea.