13
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14
mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15
La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
16
Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17
Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;
18
porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
19
Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar.
21
Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud viene de los Judíos.
23
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25
Le dice la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas.
26
Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo.
27
Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella?
28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres:
29
Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿si quizás es éste el Cristo?
30
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31
Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
32
Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
33
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?