12
¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados
13
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed
14
mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna
15
La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla
16
Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá
17
Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido
18
porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad
19
Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta
20
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar
21
Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre
22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud viene de los Judíos
23
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren
24
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren
25
Le dice la mujer: Sé que el Mesías (el Ungido) ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas
26
Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo
27
Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella
28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres
29
Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿si quizás es éste el Cristo
30
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él
31
Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come
32
Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis
33
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer
34
Les dice Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra
35
¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses y la siega viene? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad el campo, porque ya está blanco para la siega
36
Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega
37
Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega
38
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores
39
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho
40
Viniendo pues los samaritanos a él, le rogaron que se quedara allí; y permaneció allí dos días
41
Y creyeron muchos más por la palabra de él
42
Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo