12
Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales
13
Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo
14
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado
15
para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna
16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna
17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él
18
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios
19
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas
20
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece a la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas
21
Mas el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios
22
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba