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Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, e iban hacia el sepulcro.
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Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro;
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e inclinándose para mirar adentro, vio<***> las envolturas de lino puestas allí, pero no entró.
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Entonces llegó<***> también Simón Pedro tras él, entró al sepulcro, y vio<***> las envolturas de lino puestas allí,
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y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte.
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Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó.
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Porque todavía no habían entendido la Escritura, que Jesús debía resucitar de entre los muertos.
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Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.
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Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro;
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y vio<***> dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
13
Y ellos le dijeron<***>: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo<***>: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
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Al decir esto, se volvió y vio<***> a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús.
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Jesús le dijo<***>: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo<***>: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo me lo llevaré.
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Jesús le dijo<***>: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo<***> en hebreo: ¡Raboní! (que quiere decir, Maestro).
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Jesús le dijo<***>: Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos, y diles: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
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Fue<***> María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y que El le había dicho estas cosas.
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Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo<***>: Paz a vosotros.
20
Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor.
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Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.
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Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo<***>: Recibid el Espíritu Santo.
23
A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.
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Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
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Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré.
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Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino<***> y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros.
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Luego dijo<***> a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
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Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
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Jesús le dijo<***>: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.
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Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro;
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pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre.