10
Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.
11
Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro;
12
y vio<***> dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
13
Y ellos le dijeron<***>: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo<***>: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
14
Al decir esto, se volvió y vio<***> a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús.
15
Jesús le dijo<***>: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo<***>: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo me lo llevaré.
16
Jesús le dijo<***>: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo<***> en hebreo: ¡Raboní! (que quiere decir, Maestro).
17
Jesús le dijo<***>: Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos, y diles: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
18
Fue<***> María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y que El le había dicho estas cosas.
19
Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo<***>: Paz a vosotros.
20
Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor.
21
Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.
22
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo<***>: Recibid el Espíritu Santo.
23
A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.
24
Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25
Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré.
26
Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino<***> y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros.
27
Luego dijo<***> a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28
Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
29
Jesús le dijo<***>: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.
30
Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro;