7
Entonces Jesús dijo: Déjala, para que lo guarde para el día de mi sepultura.
8
Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis.
9
Entonces la gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí; y vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
10
Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro;
11
porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
12
Al día siguiente, cuando la gran multitud que había venido a la fiesta, oyó que Jesús venía a Jerusalén,
13
tomaron hojas de las palmas y salieron a recibirle, y gritaban: ¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, el Rey de Israel.
14
Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito:
15
NO TEMAS, HIJA DE SION; HE AQUI, TU REY VIENE, MONTADO EN UN POLLINO DE ASNA.
16
Sus discípulos no entendieron esto al principio, pero después, cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto se había escrito de El, y de que le habían hecho estas cosas.
17
Y así, la multitud que estaba con El cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de El.
18
Por eso la multitud fue también a recibirle, porque habían oído que El había hecho esta señal.
19
Entonces los fariseos se decían unos a otros: ¿Veis que no conseguís nada? Mirad, todo el mundo se ha ido tras El.
20
Y había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta;
21
éstos, pues, fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús.
22
Felipe fue<***> y se lo dijo<***> a Andrés; Andrés y Felipe fueron<***> y se lo dijeron<***> a Jesús.
23
Jesús les respondió<***>, diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
24
En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto.
25
El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna.
26
Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará.
27
Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: "Padre, sálvame de esta hora"? Pero para esto he llegado a esta hora.
28
Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré.
29
Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado.
30
Respondió Jesús y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros.
31
Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
32
Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.
33
Pero El decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir.
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Entonces la multitud le respondió: Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre; ¿y cómo dices tú: "El Hijo del Hombre tiene que ser levantado"? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
35
Jesús entonces les dijo: Todavía, por un poco de tiempo, la luz estará entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va.
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Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
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Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en El,
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para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIEN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR?
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Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también:
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EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE.
41
Esto dijo Isaías porque vio su gloria, y habló de El.
42
Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en El, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
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Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.
44
Jesús exclamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado.
45
Y el que me ve, ve al que me ha enviado.
46
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.
47
Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
48
El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.
49
Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que me ha enviado me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar.
50
Y sé que su mandamiento es vida eterna; por eso lo que hablo, lo hablo tal como el Padre me lo ha dicho.