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Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en El,
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para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIEN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR?
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Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también:
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EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE.
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Esto dijo Isaías porque vio su gloria, y habló de El.
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Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en El, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
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Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.
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Jesús exclamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado.
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Y el que me ve, ve al que me ha enviado.
46
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.
47
Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
48
El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.
49
Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que me ha enviado me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar.
50
Y sé que su mandamiento es vida eterna; por eso lo que hablo, lo hablo tal como el Padre me lo ha dicho.