3
Enviaron, pues, sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.
4
Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5
Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
6
Cuando oyó pues que estaba enfermo, permaneció aún dos días en aquel lugar donde estaba.
7
Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos a Judea otra vez.
8
Le dicen los discípulos: Rabí, antes procuraban los Judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
10
Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
11
Dicho esto, les dice después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño.
12
Le dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará.
13
Mas esto decía Jesús de la muerte de él; y ellos pensaron que hablaba del sueño de dormir.
14
Entonces, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
15
y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
16
Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
17
Vino pues Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que estaba en el sepulcro.
18
Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como quince estadios;
19
y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas de su hermano.
20
Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a recibirle; mas María se estuvo en la casa.
21
Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto;
22
mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios.
23
Le dice Jesús: Resucitará tu hermano.
24
Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero.
25
Le dice Jesús: YO SOY la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27
Le dice: Sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
28
Y dicho esto, se fue, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama.
29
Ella, cuando lo oyó, se levantó prestamente y vino a él.
30
(Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.)
31
Entonces los judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como vieron que María se había levantado prestamente, y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32
Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, se derribó a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.
33
Jesús entonces, como la vio llorando, y a los judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se embraveció en Espíritu, se alborotó a sí mismo,