20
Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿para qué le oís?
21
Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado; ¿puede un demonio abrir los ojos de los ciegos?
22
Y se hacían las Encenias (dedicación) en Jerusalén; y era invierno;
23
Y Jesús andaba en el templo por el portal de Salomón.
24
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo quitas nuestra alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
25
Les respondió Jesús: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí;
26
mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
27
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
28
y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
29
Mi Padre que me las dio, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
30
Yo y el Padre una cosa somos.