13
El huye porque sólo trabaja por el pago y no le importan las ovejas.
14
Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen,
15
de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas.
16
Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor.
17
Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo.
18
Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre.
19
Se volvió a suscitar una división entre los judíos por estas palabras.
20
Y muchos de ellos decían: Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué le hacéis caso?
21
Otros decían: Estas no son palabras de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?
22
En esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.
23
Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomón.
24
Entonces los judíos le rodearon, y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente.
25
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí.
26
Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.
27
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen;
28
y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.
29
Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
30
Yo y el Padre somos uno.
31
Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
32
Jesús les dijo: Os he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis?
33
Los judíos le contestaron: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.