10
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11
Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas.
12
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas.
13
Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.
14
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
15
Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
16
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
17
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla á tomar.
18
Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla á tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
19
Y volvió á haber disensión entre los Judíos por estas palabras.
20
Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿para qué le oís?
21
Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado: ¿puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?
22
Y se hacía la fiesta de la dedicación en Jerusalem; y era invierno;
23
Y Jesús andaba en el templo por el portal de Salomón.
24
Y rodeáronle los Judíos y dijéronle: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? Si tú eres el Cristo, dínos lo abiertamente.
25
Respondióles Jesús: Os lo he dicho, y no creéis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
26
Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
27
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
28
Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.
29
Mi Padre que me las dió, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
30
Yo y el Padre una cosa somos.