4
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5
Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.
6
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él.
8
El no era la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9
Aquella Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.
10
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció.
11
A lo que era suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12
Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su Nombre;
13
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14
Y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros; (y vimos su gloria,) gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
15
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras de mí, es antes de mí; porque es primero que yo.
16
Y de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia.
17
Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesús, el Cristo, fue hecha.
18
A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito hijo, que está en el seno del Padre, él nos lo declaró.
19
Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
20
Y confesó, y no negó; confesó que no era el Cristo.
21
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
22
Le dijeron: ¿Pues quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23
Dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.