5
y sandalias gastadas y remendadas en sus pies, y vestidos viejos sobre sí; y todo el pan de su provisión estaba seco y desmenuzado.
6
Vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los hombres de Israel: Hemos venido de un país lejano; haced, pues, pacto con nosotros.
7
Y los hombres de Israel dijeron a los heveos: Quizá habitáis en nuestra tierra, ¿cómo, pues, haremos pacto con vosotros?
8
Respondieron ellos a Josué: Somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois, y de dónde venís?
9
Y le dijeron: Tus siervos han venido de un país muy lejano a causa de la fama del SEÑOR tu Dios; porque hemos oído hablar de El, de todo lo que hizo en Egipto,
10
y de todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán, que estaba en Astarot.
11
Y nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestro país nos hablaron, diciendo: "Tomad provisiones en vuestra mano para el camino, id a su encuentro y decidles: 'Somos vuestros siervos; haced, pues, pacto con nosotros.'"
12
Este nuestro pan estaba caliente cuando lo sacamos de nuestras casas para provisión el día que salimos para venir a vosotros; pero he aquí, ahora está seco y desmenuzado.
13
Estos odres de vino que llenamos eran nuevos, y he aquí, están rotos; y estos vestidos nuestros y nuestras sandalias están gastados a causa de lo muy largo del camino.
14
Y los hombres de Israel tomaron de sus provisiones, y no pidieron el consejo del SEÑOR.
15
Josué hizo paz con ellos y celebró pacto con ellos para conservarles la vida; también los jefes de la congregación se lo juraron.
16
Y sucedió que al cabo de tres días después de haber hecho pacto con ellos, oyeron que eran vecinos y que habitaban en su tierra.
17
Y partieron los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a sus ciudades. Sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.
18
Los hijos de Israel no los mataron porque los jefes de la congregación les habían jurado por el SEÑOR, Dios de Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los jefes.
19
Pero todos los jefes dijeron a la congregación: Nosotros les hemos jurado por el SEÑOR, Dios de Israel, y ahora no podemos tocarlos.
20
Esto es lo que haremos con ellos: los dejaremos vivir, para que no venga sobre nosotros la ira por el juramento que les hemos hecho.
21
Y los jefes les dijeron: Dejadlos vivir. Y fueron leñadores y aguadores para toda la congregación, tal como los jefes les habían dicho.
22
Entonces Josué los mandó llamar y les habló, diciendo: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: "Habitamos muy lejos de vosotros", cuando habitáis en nuestra tierra?
23
Ahora pues, malditos sois y nunca dejaréis de ser esclavos, leñadores y aguadores para la casa de mi Dios.
24
Y ellos respondieron a Josué, y dijeron: Porque ciertamente tus siervos fueron informados de que el SEÑOR tu Dios había mandado a su siervo Moisés que os diera toda la tierra, y que destruyera a todos los habitantes de la tierra delante de vosotros; por tanto, temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de vosotros, y hemos hecho esto.
25
Ahora pues, he aquí estamos en tus manos; haz con nosotros lo que te parezca bueno y justo.
26
Y así hizo él con ellos, y los libró de las manos de los hijos de Israel, y éstos no los mataron.
27
Y aquel día Josué los hizo leñadores y aguadores para la congregación y para el altar del SEÑOR, en el lugar que el SEÑOR escogiera, hasta el día de hoy.