18
Entonces el SEÑOR dijo a Josué: Levanta la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué levantó la lanza que tenía en su mano, hacia la ciudad.
19
Y levantándose prestamente de su lugar los que estaban en la emboscada corrieron, cuando él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego.
20
Y cuando los de la ciudad miraron atrás, observaron, y he aquí el humo de la ciudad que subía al cielo, y no tuvieron poder para huir ni a una parte ni a otra; y el pueblo que iba huyendo hacia el desierto, se volvió contra los que le seguían.
21
Entonces Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad; y que el humo de la ciudad subía, tornaron, e hirieron a los de Hai.
22
Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro; y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por la otra. Y así los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.
23
Y tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué.
24
Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los moradores de Hai en el campo, en el desierto, donde ellos los habían perseguido, y que todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas se tornaron a Hai, y también la pusieron a cuchillo.
25
Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue doce mil, todos los varones de Hai.
26
Y Josué no retrajo su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido a todos los moradores de Hai.
27
Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra del SEÑOR que él había mandado a Josué.
28
Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón perpetuo, asolado hasta hoy.
29
Mas al rey de Hai lo colgó de un madero hasta la tarde; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, hasta hoy.
30
Entonces Josué edificó un altar al SEÑOR Dios de Israel en el monte de Ebal,
31
como Moisés, siervo del SEÑOR, lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés; un altar de piedras enteras, sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos al SEÑOR, y sacrificaron ofrendas pacíficas.
32
También escribió allí en piedras la repetición de la ley de Moisés, la cual él había escrito delante de los hijos de Israel.
33
Y todo Israel, y sus ancianos, oficiales, y jueces, estaban a uno y otro lado junto al arca, delante de los sacerdotes levitas que llevan el arca del pacto del SEÑOR; así los extranjeros como los naturales, la mitad de ellos estaba hacia el monte de Gerizim, y la otra mitad hacia el monte de Ebal; de la manera que Moisés, siervo del SEÑOR, lo había mandado antes, para que bendijesen al pueblo de Israel.
34
Después de esto, hizo leer todas las palabras de la ley; las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley.
35
No hubo palabra alguna de todas las cosas que mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, mujeres y niños, y extranjeros que andaban entre ellos.