16
Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, a las tribus de Israel; y la suerte cayó sobre Judá.
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Todos los clanes de Judá se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí.
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Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera.
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Entonces Josué lo interpeló:—Hijo mío, honra y alaba al SEÑOR, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes nada!
20
Acán le replicó:—Es cierto que he pecado contra el SEÑOR, Dios de Israel. Esta es mi falta:
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Vi en el botín un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo. Me deslumbraron y me apropié de ellos. Entonces los escondí en un hoyo que cavé en medio de mi carpa. La plata está también allí, debajo de todo.
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En seguida, Josué envió a unos mensajeros, los cuales fueron corriendo a la carpa de Acán. Allí encontraron todo lo que Acán había escondido,
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lo recogieron y se lo llevaron a Josué y a los israelitas, quienes se lo presentaron al SEÑOR.
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Y Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, bisnieto de Zera, y lo llevaron al valle de Acor, junto con la plata, el manto y el oro; también llevaron a sus hijos, sus hijas, el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Cuando llegaron al valle de Acor,
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Josué exclamó:—¿Por qué has traído esta desgracia sobre nosotros? ¡Que el SEÑOR haga caer sobre ti esa misma desgracia!Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron.
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Luego colocaron sobre ellos un gran montón de piedras que sigue en pie hasta el día de hoy. Por eso aquel lugar se llama valle de Acor. Así aplacó el SEÑOR el ardor de su ira.