2
En aquel tiempo el SEÑOR dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel
3
Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el monte de Aralot (monte de los prepucios)
4
Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, es a saber los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto por el camino, después que salieron de Egipto
5
Porque todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto por el camino, después que salieron de Egipto, no estaban circuncidados
6
Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que toda la gente de los hombres de guerra que habían salido de Egipto, fue consumida, por cuanto no escucharon la voz del SEÑOR; por lo cual el SEÑOR les juró que no les dejaría ver la tierra, de la cual el SEÑOR había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel
7
Pero a los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; los cuales aún eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino
8
Y cuando acabaron de circuncidar toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron
9
Y el SEÑOR dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy
10
Y los hijos de Israel asentaron el campamento en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó
11
Y al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas
12
Y el maná cesó al día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año
13
Y estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos, y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué yéndose hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos
14
Y él respondió: No; mas yo soy el Príncipe del ejército del SEÑOR; ahora he venido. Entonces Josué postrándose sobre su rostro en tierra le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo
15
Y el Príncipe del ejército del SEÑOR respondió a Josué: Quita tus zapatos de tus pies; porque el lugar donde estás es santo. Y Josué lo hizo así