8
Laméntate como virgen ceñida de cilicio por el esposo de su juventud.
9
Han sido cortadas la ofrenda de cereal y la libación de la casa del SEÑOR. Están de duelo los sacerdotes, los ministros del SEÑOR.
10
El campo está asolado, la tierra está de duelo, porque el grano está arruinado, el mosto se seca, y el aceite virgen se pierde.
11
Avergonzaos, labradores, gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque la cosecha del campo se ha perdido.
12
La vid se seca, y se marchita la higuera; también el granado, la palmera y el manzano, todos los árboles del campo se secan. Ciertamente se seca la alegría de los hijos de los hombres.
13
Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios, porque sin ofrenda de cereal y sin libación ha quedado la casa de vuestro Dios.
14
Promulgad ayuno, convocad asamblea; congregad a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR.
15
¡Ay de ese día! Porque está cerca el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción del Todopoderoso .
16
¿No ha sido suprimido el alimento de delante de nuestros ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios?
17
Las semillas se han secado bajo los terrones; los almacenes han sido asolados, los graneros derribados porque se secó el grano.
18
¡Cómo muge el ganado! Andan vagando los hatos de vacas porque no hay pasto para ellas; hasta los rebaños de ovejas sufren.
19
A ti clamo, oh SEÑOR, porque el fuego ha devorado los pastos del desierto, y la llama ha consumido todos los árboles del campo.
20
Aun las bestias del campo braman por ti, porque se han secado los arroyos de agua, y el fuego ha devorado los pastos del desierto.