4
El es sabio de corazón, y fuerte en fuerza, ¿quién se endureció contra él, y quedó en paz
5
Quien arranca los montes con su furor, y no conocen quién los trastornó
6
quien remueve la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas
7
quien manda al sol, y no sale; y sella las estrellas
8
El solo extiende los cielos, y anda sobre las alturas del mar
9
El que hizo la Osa, y el Orión, y las Pléyades, y los lugares secretos del mediodía
10
el que hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número
11
He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; y pasará, y no lo entenderé
12
He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá: Qué haces
13
Dios no tornará atrás su ira, y debajo de él se encorvan los que ayudan a la soberbia
14
¿Cuánto menos le responderé yo, y eligiré mis palabras con él
15
Que aunque yo sea justo, no responderé; antes habré de rogar a mi juez
16
Que si yo le invocare, y él me respondiera, aún no creeré que haya escuchado mi voz
17
Porque me ha quebrado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa
18
Que aún no me ha concedido que tome mi aliento; mas me ha llenado de amarguras
19
Si habláramos de su potencia, fuerte por cierto es; si de su juicio, ¿quién me emplazará
20
Si yo me justificare, me condenará mi boca; si me predicare perfecto, él me hará inicuo
21
Si yo me predicare imperfecto, no conozco mi alma; condenaré mi vida
22
Una cosa resta es a saber que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume
23
Si es azote, mate de repente, y no se ría de la prueba de los inocentes
24
La tierra es entregada en manos de los impíos, y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él el que lo hace, ¿quién es? ¿Dónde está
25
Mis días han sido más ligeros que un correo; huyeron, y nunca vieron bien
26
Pasaron con los navíos de Ebeh; o como el águila que se arroja a la presa
27
Si digo: Quiero olvidar mi queja, dejaré mi aburrimiento, y me esforzaré
28
Temo todos mis trabajos; sé que no me tendrás sin culpa
29
Si yo soy impío, ¿para qué trabajaré en vano
30
Aunque me lave con aguas de nieve, y aunque limpie mis manos con la misma limpieza
31
aún me hundirás en el hoyo; y mis propios vestidos me abominarán
32
Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio
33
No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre ambos
34
Quite de sobre mí su verdugo, y su terror no me perturbe
35
Y hablaré, y no le temeré; porque en este estado no estoy en mí