9
La nube se acaba, y se va; así el que desciende al sepulcro, que nunca más subirá;
10
no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más.
11
Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.
12
¿Soy yo un mar, o dragón, que me pongas guarda?
13
Cuando digo: Mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas;
14
entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones.
15
Y mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, y quiso la muerte más que a mis huesos.
16
Abominé la vida ; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad.
17
¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y que pongas sobre él tu corazón,
18
y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes?
19
¿Hasta cuándo no me dejarás, ni me soltarás hasta que trague mi saliva?