2
Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,
3
así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta.
4
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.
5
Mi carne está vestida de gusanos, y de terrones de polvo; mi piel hendida y abominable.
6
Mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.
7
Acuérdate que mi vida es un viento, y que mis ojos no volverán para ver el bien.
8
Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser.
9
La nube se acaba, y se va; así el que desciende al sepulcro, que nunca más subirá;
10
no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más.
11
Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.
12
¿Soy yo un mar, o dragón, que me pongas guarda?