25
¡Cuán dolorosas son las palabras sinceras! Pero ¿qué prueba vuestro argumento?
26
¿Pensáis censurar mis palabras, cuando las palabras del desesperado se las lleva el viento?
27
Aun echaríais suerte sobre los huérfanos, y especularíais con vuestro amigo.
28
Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara.
29
Desistid, por favor; que no haya injusticia; sí, desistid; en ello está aún mi justicia.
30
¿Acaso hay injusticia en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir calamidades?