6
Porque la aflicción no viene del polvo, ni brota el infortunio de la tierra;
7
porque el hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba.
8
Pero yo buscaría a Dios, y delante de Dios presentaría mi causa;
9
El hace cosas grandes e inescrutables, maravillas sin número.
10
El da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre los campos.
11
Para poner en alto a los humildes, y a los que lloran levantarlos a lugar seguro,
12
El frustra las tramas de los astutos, para que sus manos no tengan éxito.
13
El prende a los sabios en su propia astucia, y el consejo de los sagaces pronto se frustra.
14
De día tropiezan con las tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche.
15
Pero El salva al pobre de la espada, de sus bocas y de la mano del poderoso.
16
El desamparado, pues, tiene esperanza, y la injusticia tiene que cerrar su boca.